El libro de Kirk y Raven, Los
filósofos presocráticos, en su capítulo sexto, explica al personaje Heráclito
de Éfeso (desde los fragmentos que se tienen según Diels y Kranz): su vida, su obra, sus interpretaciones y su pensamiento.
En cuanto a su pensamiento nos habla de algunos puntos: cómo cree que “los hombres deberían de comprender la coherencia subyacente a las cosas”, es decir el Logos; da también varios “ejemplos de la unidad de los opuestos”; explicando cómo “cada par de opuestos forma, por tanto, una unidad y una pluralidad. Pares diferentes resultan estar también interconexos”; y cómo por ello “la unidad de las cosas subyace a la superficie y depende de una equilibrada reacción entre opuestos”. Otros puntos que aborda son: el hecho de que “el equilibrio total del cosmos sólo puede mantenerse si el cambio en una dirección comporta otro equivalente en la dirección opuesta, es decir, si hay una incesante discordia entre opuestos”; y cómo “la imagen del río ilustra la clase de unidad que depende de la conservación de la medida y del equilibrio en el cambio”. Hasta que llegamos al apartado en el que habla de que “el mundo es un fuego perdurable; algunas de sus partes están siempre extintas y constituyen las otras dos masas importantes del mundo, el mar y la tierra. Los cambios entre el fuego, el mar y la tierra se equilibran mutuamente; el fuego puro o etéreo tiene una capacidad directiva”[1]. Que de hecho es el apartado a partir del cual me corresponde tatar de hacer síntesis. Después nos hablan sobre la Astronomía, la sabiduría, el alma, la muerte, junto con una crítica a la religión; abordan el tema de la política y la ética. Claro está, siempre desde la interpretación a Heráclito.
En otras palabras, Kirk y Raven, explican el Logos al que se refería Heráclito, es decir la razón primigenia, arquetípica, de todas las cosas; la armonía de los opuestos como característica del (de la) mismo (a); y el continuo movimiento en que se encuentran las cosas al surgir del Logos, siendo éste el único que permanece.
En cuanto a su pensamiento nos habla de algunos puntos: cómo cree que “los hombres deberían de comprender la coherencia subyacente a las cosas”, es decir el Logos; da también varios “ejemplos de la unidad de los opuestos”; explicando cómo “cada par de opuestos forma, por tanto, una unidad y una pluralidad. Pares diferentes resultan estar también interconexos”; y cómo por ello “la unidad de las cosas subyace a la superficie y depende de una equilibrada reacción entre opuestos”. Otros puntos que aborda son: el hecho de que “el equilibrio total del cosmos sólo puede mantenerse si el cambio en una dirección comporta otro equivalente en la dirección opuesta, es decir, si hay una incesante discordia entre opuestos”; y cómo “la imagen del río ilustra la clase de unidad que depende de la conservación de la medida y del equilibrio en el cambio”. Hasta que llegamos al apartado en el que habla de que “el mundo es un fuego perdurable; algunas de sus partes están siempre extintas y constituyen las otras dos masas importantes del mundo, el mar y la tierra. Los cambios entre el fuego, el mar y la tierra se equilibran mutuamente; el fuego puro o etéreo tiene una capacidad directiva”[1]. Que de hecho es el apartado a partir del cual me corresponde tatar de hacer síntesis. Después nos hablan sobre la Astronomía, la sabiduría, el alma, la muerte, junto con una crítica a la religión; abordan el tema de la política y la ética. Claro está, siempre desde la interpretación a Heráclito.
En otras palabras, Kirk y Raven, explican el Logos al que se refería Heráclito, es decir la razón primigenia, arquetípica, de todas las cosas; la armonía de los opuestos como característica del (de la) mismo (a); y el continuo movimiento en que se encuentran las cosas al surgir del Logos, siendo éste el único que permanece.
En
cuanto al fuego, encontramos un primer fragmento:
Fr. 30, Clemente, Strom. ν 104, 1:
Este cosmos [el mismo de todos] no lo hizo ningún dios ni ningún
hombre, sino que
siempre fue, es y será fuego eterno,
que se enciende según medida y se extingue según
medida.[2]
Gracias a éste nos damos cuenta
de cómo Heráclito comienza a plantear la conclusión de su pensamiento en el
fuego, como la forma concreta del Logos,
que sin embargo no es materia; y las cosas existen en la medida en que el mismo
se apaga y se enciende. Esta concepción era al igual que el Logos una idea abstracta. De modo que
podemos observar en el rayo a la expresión más pura de éste fuego, que en su
relación de evaporación y demás procesos crea la lluvia, la cual crea al mar;
del mismo modo, a la tierra, son los volcanes quienes la crean.
Y,
del mismo modo que la tierra y el mar, todos los cuerpos celestes tienen su
relación con el fuego, en la medida que son cubetas contenidas de fuego gracias
a que están volteadas hacia nosotros y absorben las llamadas exhalaciones del
mar.
Por
ello es que estos autores (Kirk y Raven) nos afirman que para Heráclito “la
sabiduría consiste en entender el modo en que opera el mundo”. Ya que “la
vida misma del hombre está indisociablemente atada a todo lo que le rodea”[3].
De modo que la sabiduría sólo puede ser conseguida por quien entiende el Logos, para Heráclito esta persona era
Zeus, pues en él era contenido el Logos y el fuego.
En lo que a las almas se refiere,
Heráclito las relacionó en su estructura con el cuerpo y con el mundo en general, pues para él también eran
fuego o aliento del mismo. Ésta acepción puede ser dada debido a que el cuerpo
al morir es frío y al vivir caliente, por lo tanto es un reflejo del fuego
primigenio. Sin embargo no todas se mantienen de esta forma, algunas “se
humedecen” de diferentes modos, perdiendo toda posibilidad de trascendencia, en
cambio las que se mantienen iguales hasta la muerte pasan a formar parte del
fuego y de esta forma trascienden su forma humana.
En cuanto a la religión y al culto,
piensa que la idea de dioses antropomorfos es inadecuada, pero que de alguna
forma acercan, aunque accidentalmente, a los hombres para que conozcan el Logos.
Y todo esto lo lleva a la vida
concreta dando consejos de ser moderados, de auto-conocerse y de llevar la
naturaleza física del cuerpo y del alma a la coherencia de vida en la ética y
la política.
En
resumen, Heráclito:
Explica prácticamente todos los aspectos del mundo de un modo
sistemático, poniéndolos en relación con un descubrimiento central —el de que
los cambios naturales de todo tipo son regulares y están equilibrados y el de
que la causa de este equilibrio es el fuego, el constitutivo común de las
cosas, denominado también su Logos—. La conducta humana, lo mismo que los
cambios del mundo exterior, está gobernada por el mismo Logos: el alma está
hecha de fuego. La comprensión del Logos, de la verdadera constitución de las
cosas, es necesaria para que nuestras almas no estén excesivamente húmedas y
las convierta en ineficaces la insensatez personal.[4]
Una
vez sintetizado el pensamiento de Heráclito me queda decir que su filosofía no
se puede entender si no es en el contexto en el que se desarrolló. Es decir,
también él trató de responder a lo que los mitos no respondían, buscó, bajo una
teoría bastante bien argumentada, dar a entender desde lo abstracto: cómo era
la naturaleza primigenia de las cosas; hasta lo concreto: cómo era la ética y
la política. Considero que los argumentos de Heráclito son una
buena base para entender la coherencia de vida, que tanto le reclamaba a sus
contemporáneos, es decir, el hecho de vivir conforme su naturaleza y no
conforme a lo que sólo sus sentidos percibían.
BIBLIOGRAFÍA:
C.
S. KIRK, J. E. RAVEN Y M. SCHOFIELD. Los Filosófos Presocráticos I,
Madrid: GREDOS, versión digital, cap. VI.
Me parece muy interesante ver como en realidad para Heráclito el principio o sentido de todas las cosas es el fuego, la forma concreta del logos, que todo lo existente está conformado por él, incluso el alma, lo que da vida al hombre, debe estar constituida por este fuego, de lo contrario estaría húmeda y sería ineficaz.
ResponderEliminarLa idea que plantea Heráclito sobre el equilibrio en el mundo, conforme a la convergencia de los opuestos, creo que es una idea que se venía concretizando en el contexto donde vivió, pues Anaximandro también en su pensamiento expresa esta teoría, la cual me parece muy acertada, ya que precisamente la virtud es estar en equilibrio, contrario a excesos o a carencias.
Estoy de acuerdo con tu opinión sobre la filosofía y su interpretación, la cual no puede ser separada de su contexto histórico, social y la vida del autor. Hoy día se habla que muchas de las interpretaciones filosóficas que tenemos no describen este elemento fundamental para acercarnos más con el pensamiento del filósofo.
ResponderEliminarOtro aspecto que cabe resaltar es sobre las aportaciones que hace Heráclito sobre los cambios naturales y sus regulaciones dependientes a los equilibrios, estas pueden ser también apoyadas con lo que dice a cerca del movimiento, la armonía y la razón, puesto que todo se interpreta como una unidad y estas no pueden ser separadas una de la otra, debido a que ya no habría contrastes. Basta recordar que “contrario” no es lo mismo que “contradictorio”, es decir los opuestos explicados desde lo contrario es lo que nos ayuda a entender el concepto de otra verdad, en cambio algo contradictorio no ayuda a sustentar los argumentos, por esta razón “ los hombres deberían de comprender la coherencia subyacente a las cosas. Gracias por tu aportación.