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16 oct 2011

Introducción al pitagorismo preparmenídeo.

Gran parte de los rasgos característicos en referencia al pitagorismo, son gracias a los escritos de Aristóteles, aunque hubo conjuntamente con él más filósofos que escribieron sobre ellos, se le da mayor importancia a Aristóteles, ya que no existió otra autoridad mayor que él en la antigüedad, además que sus escritos sin duda son más amplios y de mayor utilidad que los otros autores. Su mayor logro es dividir el pitagorismo en dos periodos principales: el preparmenídeo y el pitagorismo posterior a Zenón.

“Los llamados pitagóricos se dedicaron a las matemáticas y fueron los primeros en hacerlas progresar”[1], pero Aristóteles escribe sobre ellos para demostrar los errores que cometieron, ya que “absortos en su estudio creyeron que sus principios eran los principios de todas las cosas. Puesto que los números son por naturaleza los primeros de estos principios”[2], esto los llevó a que ajustaran la información a sus esquemas, de modo que si algo era contrario a su teoría lo modificaban o inventaban otra cosa, para que esta siguiera siendo coherente.

Los rasgos característicos del pitagorismo sobre los cuales escribió Aristóteles son: el dualismo, la naturaleza del número, las cosas equivalen a números, la cosmogonía y la cosmología.

El pitagorismo se asienta sobre el dualismo, ya que los elementos del número son: lo par y lo impar, límite e ilimitado, uno y múltiple, derecho e izquierdo, masculino y femenino, estático y en movimiento, derecho y curvo, luz y oscuridad, bueno y malo y cuadrado y oblongo. Con estos opuestos entre sí se logra la unidad, y el equilibrio en la tierra, la armonía. Estos elementos necesariamente tenían que ser diez para que se lograra la perfección, ya que creían que “la década es perfecta y que abarca la naturaleza entera de los números”[3].

La naturaleza del número según los pitagóricos es que sea par e impar, en donde el par es ilimitado, y el impar es limitado. Lo que hace que el número par sea ilimitado es porque puede ser divisible en dos partes iguales, y lo que es divisible en partes iguales es infinito, “la división en mitades se prolonga ad infinitum”[4]. Por el contrario el número impar es limitado ya que no puede ser dividido en partes iguales, además también es limitado porque tiene un principio, un medio y un fin, por ejemplo el número tres.  

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Los pitagóricos creían que las cosas equivalían a números, puesto que “al ver que muchos atributos de los números pertenecían a los cuerpos sensibles, concibieron que las cosas eran números”[5]. A partir de la sucesión de los números se iban formando los sólidos, ya que ellos creían que del uno nacía el punto, del dos la línea, del tres el triángulo y del cuatro la pirámide. Estos números son primarios y primeros principios de todas las cosas individuales. El primer principio es el uno, el cual forma el punto, el segundo la línea, el tercero la superficie, el cuarto el sólido… y así hasta formar todas las cosas. 

Los pitagóricos creían que el origen de todo el universo físico consistía en la generación de series de números. “La primera unidad comenzó a crecer, y como resultado de ese crecimiento se partió de alguna manera en dos”[6] con ello no solo origina al número dos, sino también originó la línea. De esta manera se inició el proceso de creación del mundo, mediante una progresión ad infinitum, ya que al ser números pares, pueden ser divididos por la mitad indefinidamente.

“La mayoría de los pueblos dicen que la tierra está situada en el centro del universo”[7], pero los pitagóricos afirmaban lo contrario, ellos decían que en el centro está el fuego, y alrededor de él giran armónicamente: los siete planetas, la luna, la tierra y la anti-tierra. Este movimiento generado por los diez cuerpos es armónico, y aunque emite un sonido no lo logramos escuchar, ya que este sonido está en los oídos desde nuestro nacimiento, por lo tal no lo distinguimos de su contrario, el silencio.

Bibliografía.

Kirk, Raven y Schofield, Los filósofos presocráticos, Cap. IX “El pitagorismo preparmenídeo”, Madrid, Editorial Gredos, 1994, pp. 332 - 368.

 


[1] Aristóteles, Metafísica A5, 985 b 23 (en Kirk, et. al, Los filósofos presocráticos, Cap. IX “El pitagorismo preparmenídeo”, Madrid, Editorial Gredos, Madrid, 1994, p. 333.)

[2] Idem.

[3] Ibidem p. 334.

[4] Kirk, Raven y Schofield, Los filósofos presocráticos, Cap. IX “El pitagorismo preparmenídeo”, Madrid, Editorial Gredos, 1994, p. 345.

[5] Aristóteles, Met. N3, 1090 a 20 (en Kirk, et. al, Los filósofos presocráticos, Cap. IX “El pitagorismo preparmenídeo”, Madrid, Editorial Gredos, 1994, p. 349)

[6] Op. cit. p. 356.

[7] Aristóteles, de caelo B 13, 293 a 18 (en Kirk, et. al, Los filósofos presocráticos, Cap. IX “El pitagorismo preparmenídeo”, Madrid, Editorial Gredos, 1994, p. 349)

4 oct 2011

Teorías del pensamiento de Anaximandro

El filósofo jónico Anaximandro buscó al igual que Tales de Mileto el elemento primordial y básico de todas las cosas, pero decidió que este elemento no podría ser material, sino indefinido, y lo nombró ápeiron, el cual no se parece a nada, es eterno, nunca envejece, lo abarca todo y lo gobierna todo.

Según el filósofo Teofrasto en su obra La tradición doxográfica y otros filósofos más, nos muestran teorías del pensamiento que concebía Anaximandro, y estas son: los mundos innumerables, una cosmogonía propia, una cosmología y el origen del hombre.

Se dice que Teofrasto atribuyó la idea de los mundos innumerables a Anaximandro, la cual postulaba que los mundos eran infinitos, es decir, mientras uno llegaba a su fin al mismo tiempo era sucedido por otro indefinidamente. Este pensamiento no es propio de Anaximandro, es un argumento exclusivamente de los atomistas según lo expresa Aecio. Así que la idea de los mundos innumerables expresada también por varios filósofos posteriores a Teofrasto adjudicándosela a Anaximandro como su creador, es un error iniciado por Teofrasto, ya que él “creyó que todo el que postulara una materia infinita debía postular también mundos innumerables como los atomistas”,[1] lo cual no es cierto.

Anaximandro en su cosmogonía postuló que el principio de todo era el ápeiron, lo indefinido, y estaba caracterizado por un movimiento eterno “era eterno el movimiento, en el que resulta que nacen los cielos”,[2] a través de este movimiento hay una separación de opuestos, lo caliente y lo frío, esta separación existió desde la creación del mundo.

Anaximandro hablando de la cosmología decía: que la tierra estaba en reposo a causa de su equilibrio, el sol era un círculo 28 veces mayor que la tierra lleno de fuego, la luna 18 veces mayor y las estrellas nueve veces mayor. “Anaximandro dio a la estructura del mundo una base matemática, desarrollando la suposición de que estaba ordenada”.[3] Aunque su astronomía era especulativa y apriorística, desarrolla con una mayor amplitud la simetría del universo, y la precisa y relaciona con la observación. Relacionó también todos los fenómenos naturales al viento, el cual se obtiene de la separación de la parte más sutil del aire, además de que es quien causa los relámpagos, como también el movimiento del sol y la luna. Anaximandro afirmaba que la tierra en un principio era barro, y que algún día volvería a su estado original, donde los hombres desaparecerían, sin embargo el movimiento seguiría así que se secaría la tierra y el hombre volvería a aparecer.

Acerca de la idea sobre el origen del ser humano Anaximandro decía.

“El hombre, en un principio, nació de criaturas de especie distinta, porque los demás seres vivos se ganan la vida en seguida por sí mismos y sólo el hombre necesita de una larga crianza, por esta razón, de haber tenido su forma original desde un principio, no habría subsistido”.[4]

Él creía que en un principio los seres humanos se habían criado dentro de los animales más antiguos que existían, los cuales eran los peces, aunque haciendo la diferencia de que ellos no eran sus padres. Afirmaba que el hombre nacía y permanecía dentro del pez hasta que alcanzara la pubertad, es decir, que se pudiera cuidar y desarrollar por su propia cuenta, pues si salía antes del pez moriría en la tierra, ya que en los primeros años de vida, el hombre era muy vulnerable, y necesitaba de muchos cuidados. Esta teoría es la primera que trata de explicar el origen del ser humano de una forma racional, dejando atrás la idea donde los dioses fueron quienes formaron al hombre.

 

Bibliografía.

Kirk, Raven y Schofield, Los filósofos presocráticos, Cap. “Anaximandro de Mileto”, Editorial Gredos, Madrid, 2008, pp. 137 – 164.

 


[1] Kirk, Raven y Schofield, Los filósofos presocráticos, Cap. “Anaximandro de Mileto”, Editorial Gredos, Madrid, 2008, pp. 142.

[2] Hipólito, Ref. i 6, 2 (en Kirk, et. al, op. cit. p. 148.)

[3] Op. cit, p. 155.

[4] Ps.Plutarco, Strom. 2 (en Kirk, et. al, op. cit, p. 159)

20 sept 2011

Ubicación Breve de las Cosmogonías Órficas, el Huevo y Separación de Cielo y Tierra.

El libro Los Filósofos Presocraticos de Kirk, Raven y Schofield, nos habla acerca de variaciones cosmogónicas, atribuidas a los órficos, que ilustraron una teoría en la cual el alma puede sobrevivir si se mantiene pura, entonces elaboraron la mitología de Dioniso, señalando sucesos particulares en la tradición órfica con respecto a las características de Orfeo sobre su pureza y facultad de profecía después de la muerte. Dichos escritos se datan en el siglo III a.C. Sin embargo algunos investigadores como W. K. C. Guthrie, sostenían que la doctrina órfica se encontraba ya escrita en libros sagrados desde el siglo VI a.C. Otros como C. Wilamowitz y I. M. Linforth sostienen que la denominación “órfico” era aplicada a todo tipo de ideas relacionadas con cualquier tipo de rito. Gran parte de las discusiones, también se han generado por la aparición de una secta, que posee una serie de creencias propias, semejantes y bien definidas, las cuales, sin embargo, carecen de elementos como; cosmogonía o himnos. Por lo que según Linforth, pertenece al periodo romano, aunque es en este momento donde Orfeo comienza a ser reconocido como el patrono de ritos acerca de la vida y de la muerte. A quienes practicaban ciertos ritos relacionados a Orfeo, como se mencionó anteriormente, se les denominó “órficos”.

Podemos encontrar algunas variantes en la cosmogonía órfica, que está sujeta a las diversas variaciones, debido a su carácter oral. Los distintos “autores” de las cosmogonías dan cierto orden a la jerarquía de las deidades, Como lo veremos más adelante con Hesiodo. Pocas son las diferencias ya que en general el abanico de las “teogonías” es muy semejante, aunque llegan a diferir entre sí, con respecto al orden que pretenden darles dentro de las cosas creadas, es decir, qué lugar corresponde a quién; como Gea a tierra o, Urano al cielo. Para ello Haré referencia a los ejemplos señalados en el texto de Kirk, Raven Y Schofield, que sitúan a estas variaciones como; “versiones neoplatónicas”.

Versiones neoplatónicas sobre la cosmogonía órfica.

La primera derivación, se da a partir de la noche, la cual señala que Fanes es el creador primario del mundo, y el primer puesto cosmogónico es para la noche. Fanes da a luz a Gea y a Urano. La segunda sugiere a Crono como el origen de todo, tanto del éter[1] como del caos, aunque una tercera sostiene que es Cronos el principio de todo, sin embargo al conformar la cuarta derivación, que es una versión de Jerónimo y helánico, el argumento subraya que el agua es el principio de todo. Existe también una variante que habla del agua, pero su diferencia radica en que de ella, surge Crono, quien engendra un huevo de donde surge Urano y Gea, los cuales al unirse engendran a otros dioses.

El tema del huevo en versiones anteriores no específicamente órficas.

En cuanto a la versión de Aristófanes tenemos que, él consideraba a la noche como progenitora del huevo de donde salió Eros, quien al unirse a Caos, dio origen a nuestra raza, también dio origen a los inmortales, es decir, los dioses. (Cf. Kirk, Raven y Schofield 1987, pag. 50)

Las analogías elaboradas acerca del huevo, lo describen como; la bóveda celestial que es semejante al cascarón y de la misma manera que el éter esta sujeto a esta bóveda, así la yema al cascarón. (Cf. Kirk, Raven y Shofield 1987, pag. 54)

Algunos versos, en la cosmogonía dicen que, Urano ha sido el primer rey celeste además de ser hijo de la noche, para esto, krono quien es hijo de Urano consigue el reinado castrando a su padre, después será Zeus el rey de celestial, al absorber el falo de Urano, por ello Zeus da a luz de sí mismo a las cosas, incluyendo a dioses y diosas.


LA COSMOGONÍA HESIÓDICA Y LA SEPARACIÓN DE LA TIERRA Y EL CIELO.

Hesiodo intenta sistematizar lo antiguos mitos, poner orden al material de la edad arcaica[2], demuestra, también la autoridad de Zeus proponiendo a Caos y Gea como primicias de todas las cosas, después a Tártaro y Eros.

La generación se organiza mediante opuestos, se pretende localizar cual es la región del mundo que representa caos, así como del resto de las divinidades, generalmente dentro de un espacio geográfico.

Eros existe en su aspecto de lluvia entre el cielo y la tierra. Tártaro lo encontramos como el “caos sombrío” de color negro y caracterizado por contener aire.


La separación del cielo y de la tierra en la literatura griega

Y no es mío sino de mi madre el mito de cómo el cielo y la tierra eran una sola forma; y cómo, después que se separaron uno de otra en dos partes, generan todas las cosas y las sacaron a la luz: árboles, volátiles, fieras, los seres que el mar salado alimenta y la raza de los mortales. (Cf. Kirk, Raven y Schofield 1987, pag. 69)

Aquí se retoma la primera etapa sobre la cosmogonía de Hesiodo, la cual nos habla de la separación del cielo y la tierra, como arriba se ha venido mostrando, la cual, para los griegos era un mito muy familiar, lo que hace pensar que se transmitía de manera generacional, es decir, de padres a hijos, probablemente de modo oral, característico de las narraciones tradicionales. La separación del cielo y la tierra era un “mecanismo” muy recurrente dentro de la cosmogonía griega, por decirlo así, aunque no solo perteneciente a los griegos, luego de que es fácil ubicarlos en las tradiciones orientales. A continuación recurriré al libro del génesis que nos muestra la creación de todo lo existente, como un proceso de separación donde todo estaba, sólo hacía falta ordenarlo y es así que Dios, separó y otorgó un espacio a las aguas y a la tierra dándoles su propio lugar. Este ejemplo de origen semita confirma la idea de la separación, y su localización en otras culturas y no únicamente en la griega.

La separación (de cielo y tierra) la podemos ubicar en los griegos y en los orientales como parte del mito que presenta la mutilación. Esta narración consiste en la emasculación[4] de Urano cuando éste se une a Gea, quien proporcionó a Krono una hoz para poder así, segarle los genitales a Urano. Cuando esto sucede la tierra queda fecundada por la sangre derramada, posteriormente la tierra fecunda, alumbrará al dios de la tormenta, Zeus, quien desplazará a Urano y pasará a ser el “rey del cielo”. Vino el gran Urano trayendo a la Noche y deseoso de amor, se hecho sobre Gea y la cubrió toda ella; desde el lugar de la emboscada estiró el hijo su mano izquierda y con la derecha cogió la hoz monstruosa, grande, de agudos dientes: con rapidez segó los genitales de su padre y los lanzó hacia atrás para que fueran llevados lejos… (Kirk, Raven y Schofield 1987, pag. 72)

Es muy similar lo que sucede en la versión babilónica, cuando Kumarbi le arranca los genitales de un mordisco a Anu y los engulle, aunque al poco tiempo los escupe cuando se da cuenta de que probablemente quede fecundado del dios de la tormenta y de dos dioses que son terribles, pero al escupirlos, la tierra queda fecundada de los dos dioses terribles, sin embargo él no logra librarse de la fecundidad y alumbra al dios de la tormenta. Es así como se explica de otro modo en la teogonía, la separación del cielo y la tierra, la escisión[5] de Urano y Gea.


Bibliografía.

Kirk, Raven y Schofield, Los Filósofos Presocráticos, Gredos, Madrid, 1987, cp. 4-5: "Variaciones de la cosmogonía órfica".

Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española 2011.


[1] Del latín. aether, y este del griego. αἰθήρ. m. poét. Esfera aparente que rodea a la Tierra.

[2] Del lat. archaĭcus, y este del gr. ἀρχαϊκός. adj. Muy antiguo o anticuado.

[4] f. Acción y efecto de emascular. // tr. Capar. ( los órganos genitales)

[5] Del lat. scissĭo, -ōnis, cortadura. f. rompimiento.